Saludos a todas:
Espero que estén súper bien y gozando de las buenas experiencias de la vida. Tal como hemos conversado antes debemos trabajar para sacar, pulir y mantener la Mujer Visionaria que llevamos dentro. Desde niña descubrí que sería una Mujer Visionaria, decía que sería millonaria incluso. De adulta descubrí que hay que tener mucho más que el deseo para lograrlo. Hay que trabajar duro, hay que instruirse más cada día. Además debes dar lo mejor de ti y nunca poner en duda tus capacidades para lograr algo.
Yo tengo una gran amiga Zulma, de esas amigas que también pertenecen al grupo de Mujeres Visionarias que sabe que siempre me he autodefinido como un diamante. Contrario a los que muchos pudieran pensar, he tenido una vida llena de grandes retos y situaciones. He tenido que enfrentarme a eventos que no cualquiera hubiese podido superar, pero siempre he creído en mí y aunque he llorado también he podido superarlos.
Sin embargo, no siempre he caminado sola, hay una gran mujer en mi vida que me ha enseñado que por más duro que sea el golpe, podemos superarlo si nos lo proponemos. Esa es mi mamá; Sara. Recuerdo cuando tenía cuatro años ella daba todo por el todo para que mis hermanos y yo tuviéramos las mejores condiciones posibles aun en medio de la situación que enfrentábamos.
No fue fácil, pero aun así ella no se detuvo, prefirió sacrificarse ella para que nosotros siguiéramos adelante. Hizo lo mismo que cualquier madre haría por sus hijos. Pero hay muchas cosas que ella no sabe que aun las recuerdo y que atesoro en mi corazón como el más grande acto de amor en cada detalle de lo que hizo por mí y mis hermanos. Solo ella me daba seguridad cuando era niña porque sabía que me protegería de cualquier cosa de la misma forma en que aún lo hace, como Leona.
Me presionó en ocasiones durante mi proceso de crianza y a veces la consideraba demasiado estricta. Pero hizo lo mismo que hace la madre naturaleza con el carbón, lo fue apretante, lo fue perfeccionando y lo fue puliendo. Horas de desvelos, regaños, paveras, tolerancia y sobre todo amor. Un amor que ya se ha cuadruplicado cuando yo tuve a mis cloncitos. Y ahora no solo vela por mí, sino que vela por mí y mis tres hijos.
Y lo mejor de todo es que durante ese esfuerzo incansable de madre en la que a veces pensamos que nuestros hijos no se dan cuenta es donde vemos el efecto y el proceso de perfección rigurosa que tiene que pasar una piedra carbonizada para convertirse en lo que yo soy hoy; un hermoso diamante. Soy una Mujer Visionaria porque vengo de una descendencia de Mujeres Visionarias de mujeres que contra viento y marea hemos levantado a nuestros hijos aún lejos de ser perfectas, pero dando todo por ellos.
Ella sabe lo obstinada que soy, sabe que si digo que voy a hacer algo lo cumplo, sabe que si algo me hiere lloro, sabe que no tengo límites. Y lo sabe porque siempre ha estado ahí conmigo, puliendo el diamante que soy hoy. Hemos llorado en este caminar, pero hemos cosechado grandes triunfos, algunos que hasta parecían imposible. De vez en cuando saca su pañito y me pule, para que yo nunca pierda mi brillo. Por eso, los que me conocen usualmente me ven brillando.
Todos deseamos ver una sociedad mejor, pero tenemos que recordar que nuestro primer ministerio son nuestros hijos y familia. Como Mujeres Visionarias debemos darle prioridad a ello, antes que a cualquier otra cosa. Mi abuela siempre está para mi mamá, mi mamá siempre está para mí y yo siempre estoy para mis hijos porque así es una Mujer Visionaria. Cuida y protege su descendencia por encima de todo. Incluso a veces el silencio es su mayor arma de batalla, porque cuando llega la envidia, la calumnia o los fiscalizadores, son las propias acciones las que hablan y dicen la verdad...una verdad que siempre es descubierta y por la cual quien la tiene anda siempre con la frente en alto y como un diamante que fue bien presionado y pulido; brilla. Brilla, sin importar que le echan tierra, si le tiran agua, que le hagan lo que sea. Es una piedra inquebrantable y hermosa que Dios hizo con todo su amor para hacernos cada día más fuertes.
Si eres una Mujer Visionaria, eres un diamante que nunca deja de brillar, aun cuando la luz este oscura.
Ejercicio para hoy:
Reconoce que eres un diamante que nunca deja de brillar y llénate de amor propio.
Trasmíteles a tus hijos esa visión no importa qué edad tengan.
Siéntete satisfecha con lo que has logrado como madre. Los hijos una vez son adultos, vuelan y toman sus propias decisiones, pero siempre brillan ante los ojos de sus madres aun con sus defectos. Eso es lo que nos hace grandes como personas y como Mujeres Visionarias. Por eso Dios nos escogió para que el diamantito se fuera formando en nuestro vientre hasta que llegara el momento de ver la luz y brillar con luz propia.
La Mujer Visionaria nunca se detiene al contrario persiste. Comunícate conmigo si necesitas un impulso.
Bendiciones.
Arleen